HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

martes, 8 de agosto de 2017

DEL MONO AL CORCHO, FARÁNDULA Y CORRUPCIÓN.


      Por Gonzalo Abascar/Clarín.- El hombre nunca tuvo perfil bajo. Puede decirse que todo lo contrario. Le gustaban las luces y las mujeres del espectáculo, se casó (nada menos que en el Tattersall de Palermo y con televisación en vivo) con la vedette Celina Rucci en el pico de su fama, y hasta festejó con ella el triunfo en Bailando por un sueño, con lluvia de papelitos plateados en el estudio de ShowMatch, rating de más de 20 puntos y la mirada sonriente de Marcelo Tinelli. Deslumbrado por el brillo de la ciudad y de la farándula, Claudio “Mono” Minnicelli, cuñado del ex ministro kirchnerista Julio De Vido, no le escapó a la exposición pública y disfrutó sin ponerse colorado de las fotos en las revistas y la mirada ajena que siempre provoca la fama, aunque sea prestada y por un ratito. Pero sus días de playboy aspiracional terminaron abruptamente cuando la investigación por la “mafia de los contenedores” y la acusación de contrabando y asociación ilícita lo obligaron a escapar de la Justicia. Entonces el Mono dejó de hacer monadas, se fugó durante nueve meses y alcanzó la categoría (si se permite el término) de “uno de los diez prófugos más buscados del país”.
Sin embargo, aun en plan de ocultarse no pudo con su naturaleza y su gusto por la noche. Juan Castillo, quien le alquiló por $ 1.500 por semana la humilde vivienda de Chapadmalal en la que fue encontrado, lo contó con la naturalidad de la gente de campo. Se supo entonces que el hombre “más buscado” estaba a menos de 500 kilómetros de Buenos Aires, se había inventado una identidad como Roberto Martínez (aunque nunca mostró documentos) y un supuesto trabajo como jardinero en un vivero de Sierra de los Padres que lo esperaba. Pero además no esquivaba una rutina pueblerina que incluía caminatas, charlas con los vecinos, compra de cigarrillos frente a la comisaría, una relación con una “chica de la zona” y hasta salidas a bailar a Mar del Plata, con jóvenes diez o veinte años menores que él. ¿Puede pensarse que esto fue posible sin algún tipo de colaboración? La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, aseguró que se “investigará qué protección política tuvo”. Se asume, así, que no se movió solo ni desprotegido. Lejos del Mono pero no tanto, otro hombre vinculado a la farándula aparece en estos días investigado en causas de corrupción.


 Jorge “Corcho” Rodríguez también supo sonreír en las tapas de las revistas abrazando nada menos que a Susana Giménez, la máxima estrella de nuestra televisión. Lo de él eran los paseos en motos Harley Davidson por las rutas estadounidenses, el sol de las playas de Miami, los impresionantes ramos de rosas amarillas como regalo repetido para la gran diva, los veranos en la chacra de ella en Punta del Este y el rock como hobby público. Pero todo el glamour se desdibujó y trastocó otra vez en sospechas cuando su nombre apareció como operador en la gigantesca trama de coimas millonarias de Odebrecht, uno de los casos de corrupción más grandes de los últimos años. Hoy está muy comprometido bajo la lupa judicial. ¿Qué une, al fin, al Mono y el Corcho? Está claro que no sólo su debilidad por las mujeres famosas y las luces de la televisión. También los contactos políticos, los negocios sucios y el gusto por los millones fáciles. Y tal vez una estrategia que, conscientes o no, parecen haber compartido. La de enceguecer con las luces de la farándula (¿aumentará esa condición su idea de impunidad?), para así intentar esconder su costado más oscuro.

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